Las siguientes líneas tienen por finalidad plantear algunos elementos interpretativos a partir del primer cuaderno de los diarios de Etty Hillesum. Les ruego el favor de disculparme por saltarme la descripción (2) y lanzarme a interpretar. Me permito proceder así porque supongo que mi interpretación con todo y sus carencias invita a sumergirse en el océano místico y sensual de esta mujer.
Para empezar, es importante señalar que leer a Etty me resulta apasionante y problemático. Apasionante por la belleza de su estilo narrativo y por la profundidad de su itinerario espiritual. Problemático por la cantidad de referencias académicas que emplea y entreteje con las experiencias que vivió en un contexto de tensión personal y sociopolítica que tuvo lugar en Holanda en tiempos del nazismo. Así las cosas, dar cuenta del devenir de Etty con arreglo a lo que ella consigna demanda transmitir, entre otras cosas, los aspectos constitutivos de su estilo narrativo y una tipología de las fuentes teóricas y literarias que configuraron su aguda visión de mundo. Ahora, como tal empresa requiere mucho tiempo y una erudición que me desborda, me concentraré a continuación en esbozar una característica del mentado estilo que resulta -a mi juicio- reveladora de su perfil psicológico y en una consideración sobre la influencia del psicoanálisis (3) en su proceso terapéutico.
Sobre el estilo narrativo
En varias entradas del diario la escritura en primera persona del singular da lugar a la tercera persona, a continuación, una muestra: “Bueno, jovencita, o te pones a trabajar ahora mismo o te vas a enterar. Y no me vengas con excusas de que tienes dolor de cabeza o un ligero mareo (…)” (10 de marzo, p. 39).
Al respecto, considero que la alternancia entre estas personas del singular puede revelar algo importante del perfil psicológico de Etty, por ejemplo: la relación con “los patrones” materno y paterno, pues no resulta gratuito que el uso de la tercera persona se parezca al de una persona mayor que la alecciona constantemente, fungiendo como una especie de alter-ego que problematiza sus pesadumbres e intuiciones. En este sentido, planteo que aunque dicha tercera persona pueda ser simple y llanamente una voz que emula la de Spier, su terapeuta, puede desnudar algo de mayor calado, a saber: la tríada Spier, Han y Louis, su padre, parecen dibujar un Complejo de Electra. Esto que por el momento no es más que una conjetura puede tener mayor asidero si observamos, por ejemplo, la relación de amor-odio que Etty manifiesta hacia Kathe “segunda madre” (15 de marzo, p. 61).
Sobre la importancia del psicoanálisis
La evidente formación jungiana de Spier, el psico- quirólogo, terapeuta y amante de Etty y la nota al pie número 29, entre otras, pone de relieve la importancia de este tipo de psicología en el proceso de Etty, al indicar que “ella estaba bien familiarizada con las obras de los alumnos de Freud, A. Adler, L. Andreas-Salome, C. G. Jung, O. Pfister y W. Stelkel” (p. 52) y confirman cuyo significado es muy profundo en perspectiva espiritual, me explico: la “búsqueda interior” de Etty no está únicamente en función de la conciencia sino del psiquismo profundo es decir del inconsciente, es decir de una instancia psíquica cuyo carácter no solo es personal sino colectivo.
Respecto al binomio “tercera persona-psiquismo profundo”
Con base en lo anteriormente mencionado considero capital de este primer cuaderno la concepción mediante la cual Etty, tras recibir la orientación de Spier afirma: “El cuerpo y el alma son uno” (marzo 09, p. 37), la razón: la concienciación en la que compromete Etty para superar su desazón existencial implica un reconocimiento equilibrado de las pulsiones sexuales y de las pulsiones espirituales de manera tal que la afirmación “El cuerpo y el alma son uno” implica que reconozca su corporalidad “-Escúcheme (dice Spier a Etty), ¿sabe usted realmente lo que es el clítoris?” (12 de marzo, p. 54) y que asimile resignificando la impronta de lo materno-paterno, de lo femenino-masculino, del anima y el animus, diría Jung, porque su sed de sentido o sed de Dios lo demanda.
Por: Johnni Ochoa
*Las siguientes notas de trabajo no pertenecen a un experto en el área de la psicología, por tanto, se sugiere poner en perspectiva dicha aproximación.
(2) En atención a que la edición completa en castellano es muy reciente comparto su primera nota al pie para que obtengamos una mirada panorámica de su contenido e importancia en el devenir de Etty, a saber: “ Este primer cuaderno (…) recoge un periodo de 119 días (desde marzo 08 hasta el 04 de julio de 1941) aunque Etty solo deja constancia de ellos en 46 entradas, ya que durante tres periodos superiores a dos semanas deja de escribir al descubrir en ella suficiente ánimo y fuerza: (…) Sin embargo, cuando su equilibrio emocional tambalea, especialmente a raíz de la relación Julius Spier, se sumerge en su escritorio delante del cuaderno.”
En esta primera nota al pie el editor da cuenta del contexto socio-político en el que Etty empieza a escribir su diario, contexto determinado por la tensión bélica entre “las variables” judía y alemana en contexto holandés.
(3) La escuela jungiana no gusta de la denominación “psicoanálisis” y prefiere identificarse como “psicología analítica”.
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