“Más adelante seré cronista de nuestras vicisitudes. Forjaré en mí una nueva lengua y las
conservaré dentro de mí si no tengo ocasión de escribirlas.”
(28 de julio de 1942)
Cerca al cierre del cuaderno diez, Etty parecehaber discernido, en su procesode desenterrar a Dios, que tiene una misión reservada para ella y se dice a sí misma agradecida de que el destino no la haya atrapado en una de sus garras (28 de julio de 1942), así que tendrá que pasar por todo y más adelante ser “nuestra” cronista. Bajo esta comprensión, se puede intentar resolver la primera cuestión del protocolo anterior¿Es acaso la actitud de Etty una rendición ante el destino?
Etty parece fungir como “nuestro” Heródoto contemporáneo, pues en un intento por comparar las palabrasde Irene Vallejorespecto de aquel,en cuanto que “Es el otro quienme cuenta mi historia” (Vallejo, 177), Etty se convierte así en un referente, en un “lugar para mirar” (Vallejo, 177) más allá de nuestra nariz, más allá de nuestrarealidad. Según Vallejoy de acuerdo con las palabras de Jacques Lacarriére, “Heródoto se esforzó por derribar los prejuicios de sus compatriotas griegos, enseñándoles que la línea divisoria entre la barbariey la civilización nunca es una frontera geográfica entre diferentes países, sino una frontera moral dentro de cada pueblo;es más, dentro de cada individuo” (Vallejo, 180).
Al parecer la primera pregunta en la obra del referido historiador es acerca de las luchas entre europeos y asiáticos, pues bien, la misma Etty se ha venido preguntando si podrá convertirse en puente entre Rusia y Occidente, como en la mañana del 24 de julio de 1942, en la que trae a su diario a Schubart con Europa y el alma de Oriente:
"…] la idea de la justicia no es el supremo principio de la ética,que por encimaestá la idea del amor, que está más allá de la justicia y la injusticia, de la culpa y de la venganzay que, con grandes gestos de una bondad misericordiosa y conciliadora, pone fin a todas las disputas humanas y por ello hace posible el reino de Dios en la tierra. Esta idea central del cristianismo, que se topó con una feroz resistencia cuando surgió, tanto como en nuestro tiempo, fue adoptada y cultivada por la éliterusa con más rapidez y más seriedadque en la Europa Occidental, que peca al valorar en exceso el principio de justicia de modo que no consigue avanzar más allá de él" (Op cit., 878).
Tal vez Etty en sus inicios, en su ambivalencia, vivía en los tiempos de Heródoto, tiempo en el que “Las fronteras entre lo racional y lo irracional eran difusas” (Vallejo, 181), sin embargo, Etty atraviesa todo su campo regando semillas de paciencia, abrazando las preguntas, en un recorrido en el que gesta lo humano, el cual ineludiblemente llegará a su alumbramiento, hasta dar su fruto, hasta afirmar la vida y abrazar los destinos. Vallejo diría a propósito de Levinas, mi acogimiento del otro es el hecho decisivo por el cual se iluminan las cosas.
En ese sentido, podría afirmarse entonces que Etty no asume una actitud de resignación, por el contrario, su actitud de acogida del otro la llevaría a poner fin en su interior a las disputas humanas,a la vista en su realidad, para sobrepasar el sentido de la justicia y ser bálsamo para otros, en otras palabras, forjar en sí una nueva lengua. En términos lingüísticos, una estructura, una integración de sus propiossignos para transmitir un solo mensaje,el del amor por el otro, por lo otro.
Así las cosas, a la pregunta por el destino, por la aceptación y afirmación de la vida, Etty respondería en los términosde la entrada al diario del 28 de julio de 1942:
"En estos momentos estoy más que segura que nunca de que tengo una tarea en esta vida, una pequeñamisión que me está reservada. […] Y pensar que deberéseguir sola mi camino, me da precisamente una sensación de fuerza. Sustentada hora tras hora por el amor que llevo en mi interior por él y por los demás" (Op cit., 894).
Por Diana Quintero
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