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  • Foto del escritorSEMILLERO ETTY HILLESUM

El silencio de Dios está hablando de dignidad



Volveré sobre el mes de diciembre de 1941, solo para detenerme en la construcción de la cuestión que me inquieta, esa relación entre dignidad humana,interioridad y silencio. Si bien en este mes suceden para Etty algunas situaciones difíciles de comprender aún en nuestro contexto actual, en las acciones de Etty se hace evidente el reconocimiento por su dignidad como persona. En esa progresiva integración de la que hablamos en días pasados,se hace evidente que su actuar ético no depende de requisitos formulados, sino de su propia narrativa. En la humanidad en que se descubre hay una comprensión de sí misma,y en esa medida sus decisiones pasan por un ejercicio que podríamos llamar discernimiento, acompañado de la oración de rodillas, en un gesto en el que reconoce su vulnerabilidad como ser humano.


Este actuar de Etty es un testimonio de la posibilidad de superar la escisión entre la dignidad ontológica y la dignidad moral. Ese valor supremo de la dignidad humana ya no se trata de aquel suscrito a códigos o criterios normativos, ni tampoco se trata del valor supremo del honor u orgullo, como en el caso de Job, quien de acuerdo con la formulación de este valor supremo en su contexto, es tildado como pecador, pero él se resiste a aceptarlo y lucha incluso con el mismo Dios por el reconocimiento de su dignidad.


El 3 de diciembre de 1941, Etty da cuenta de sus razones y concluye que se ha ganado algunos méritos eternos respecto a la humanidad:


“No he escrito nunca un libro malo y tampoco me pesa en la conciencia que haya otra criatura infeliz en la faz de la tierra. Me arrodillo de nuevo sobre la alfombra de coco con las manos delante de mí y suplico: “Oh Señor, permíteme unirme en un sentimiento grande y completo. Déjame hacer las mil pequeñas tareas diarias con amor, pero deja que cada pequeño acto provenga de un gran sentimiento central de buena disposición y amor. Y entonces no importará lo que haga y donde esté”. Pero todavía no he llegado a ese punto…”


En esta oración, Etty pareciera estar acordando con Dios que su actuar no puede provenir de un lugar diferente al amor y en esa medida, es este el valor supremo que sustenta la propia dignidad humana. El punto de referencia no es un compendio de preceptos, sino lo que “ella haga y donde esté”, su propia narrativa y contexto.


El actuar de Etty, su decisión y la forma en como ha dado cuenta de todo su proceso, nos lleva a considerar su vulnerabilidad y por supuesto la de todo ser humano y en esa medida, con su testimonio nos implica como sus hermanos en esa disposición de amor, en esa dignidad de hijos de Dios.


Así las cosas, Etty no se queda en esa voz que configura un tipo de denuncia, nos enseña además cómo decir aquello que no se puede decir y esa condición de posibilidad la encuentra en el lugar donde se comunica con Dios, en medio de ese diálogo que inicia consigo misma,que pasa por el otro (incluso por mí) y que la conduce a la profundidad donde se vincula con lo eterno.


Por: Diana Quintero

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